top of page
Buscar
  • Foto del escritorPadre Jorge Ambert, S.J.

Regalos de boda II

La presencia de Jesús en el matrimonio sacramental nos ofrece, si no le entorpecemos la oferta, gracias especiales para cumplir con la misión recibida. Un segundo regalo es la fuerza espiritual para conseguir el don de la fecundad. Fecundidad que no es tanto ni solo el poder concebir o engendrar hijos. La vida humana siempre es un milagro. Hay parejas que sufren por no poder concebir al hijo por dificultades médicas. Para esos el Señor proveyó ayudas adicionales en la ciencia médica. Pero el verdadero regalo espiritual de Jesús no es el concebir. Tristemente muchas conciben y paren hijos no deseados, rechazados hasta el aborto. Y fecundidad grande la tienen los conejos, pero ahí no llega la gracia.


La gracia verdadera es la fuerza espiritual para desear, amar y comprometerse con la vid que sale del útero. Como decían nuestros jíbaros “madre no es la que pare sino la que cría”. La crianza es la gracia profunda de la fecundidad. La mujer normalmente se siente por naturaleza más equipada para esta tarea por el profundo sentimiento de la maternidad. El varón necesita más esta fuerza para no ser de los egoístas que pican y desaparecen. Decía alguien que el desmadre de la sociedad se debe al despadre. Y esa gracia la sentirán de forma especial los que no pueden traer hijos por el vientre, pero los conciben en su corazón: aman la vida, la protegen, y se abren al regalo de adoptar y parir con el corazón, lo que otras parieron en su útero. La adopción, que es un riesgo adicional, como el riesgo de que el hijo propio venga con algún defecto congénito, es una maravilla del poder divino.


El don de la fecundidad es también la fuerza espiritual para, con lo que Dios me regaló en cualidades, habilidades, hermosuras de espíritu, yo trabaje para que mi cónyuge sea más persona por lo que yo le regalo. El egoísmo siempre tira a que busque mi propia satisfacción y logros. El cruel egoísta es el que convierte a la otra persona en objeto de sus gozos o crecimiento. El don de la fecundidad te abre a matar esa tendencia del yo, para enfocarte en lograr mayores crecimientos en tu pareja por tu regalo y esfuerzo.


Esta gracia del sacramento se extiende a conseguir que la pareja sacramentada sienta la fuerza para convertir su hogar en faro de luz en la comunidad donde vive. Que tu hogar sea un hogar de acogida al vecino, de solidaridad con las necesidades del vecindario. Que sea un hogar donde los niños de la calle se sientan como en su propia casa. Esta pareja fecunda es la que procura logros de convivencia en su urbanización, la que trabaja en la Junta para el bienestar de esa comunidad, la que cierra la calle para celebrar fiestas logrando un bonito sentido comunitario. Eso también es don de Dios. Esa es pare del agua humana que le ofreciste a Jesús, cuando se presentó en tu boda, para que el misericordioso Maestro la convierta milagrosamente en vino generoso, en vino que inaugura el banque de bodas escatológico.


21 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page